
Un cambio de vida inspirado en el verde
La laguna Pedro Palo queda en las montañas de Tena: un territorio que era utilizado antiguamente utilizado por los muiscas para hacer sus pagamentos. Hoy en día esta zona es propiedad de la familia de Roberto Saénz, un bogotano de 56 años.
“En 1998, por la contaminación, la CAR prohibió el ingreso del público. En 2005 junto a mi hermano bautizamos Tenasucá el predio, nombre que le habían dado los muiscas a la laguna y conformamos Reservas Naturales de la Sociedad Civil”. dice este ambientalista de corazón.
Desde entonces Roberto ha trabajado en proyectos como la creación de corredores biológicos para conectar las áreas degradadas por el ganado, liderado por el instituto Humboldt y la organización de un vivero de árboles nativos con el apoyo de la CAR. Hace dos años dejó su trabajo de ingeniería de sistemas en Bogotá para radicarse definitivamente en Tenasucá donde recibe investigadores y turistas. Nadie entra a la laguna: la contemplan desde lo alto de la montaña.